El inmejorable marco que ofrecían el clima y los recursos hídricos facilitados por los ríos y ramblas del entorno de Mula, propiciaron un poblamiento temprano. Hay vestigios de presencia humana en el Paleolítico Medio, hace más de 40.000 años, en la Cueva de Antón. Pero será en el Neolítico y en el Eneolítico, con la sedentarización del hombre favorecida por la aparición de la agricultura, cuando las muestras de la presencia humana se multipliquen en los lugares más destacados del territorio por la cercanía a los recursos hídricos.
En el yacimiento del abrigo de “El Milano” se conservan un conjunto de pinturas rupestres datadas en la Edad del Bronce. En él se diferencian dos grupos, uno de tipo “realista” o “levantinas” con figuras humanas y animales representadas de modo naturalista y otro grupo de figuras “esquemáticas”. También se han encontrado restos de eneolítiticos en el “Cejo Cortado” de Yéchar.
No faltan tampoco ejemplos de yacimientos de la cultura Argárica, que se extiende hasta el 1100 a.C. Estos poblados suelen encontrarse en las proximidades de un curso de agua o aprovechando cerros o muelas. Así en Mula encontramos ejemplos como el Cerro de la Plata o los restos encontrados en el monte donde se asienta el Castillo de la Puebla, ambos junto al cauce del Mula.
Pero si alguna cultura de la época antigua tiene especial relevancia en Mula, tanto por la calidad como por la cantidad de información que han aportado los materiales hallados, es la Ibérica. Debemos a don Emeterio Cuadrado Díaz el descubrimiento y las excavaciones del yacimiento de “El Cigarralejo”. Sus restos tienen una cronología que va desde el siglo IV al II a.C y proceden fundamentalmente de la Necrópolis y del Santuario, ya que el poblado se encuentra aún sin excavar. La Colección puede visitarse en el Museo de “El Cigarralejo”.
La civilización romana goteó de núcleos de población el término de Mula. Diseminadas y rodeadas de espacios cultivables, varias villae, importantes explotaciones agropecuarias, salpicaban esta geografía. El Yacimiento de “Los Villaricos” (del siglo I al siglo V d.C), en la carretera del pantano de la Cierva, es el más importante ejemplo de estas villas.
Existió un núcleo urbano protagonista, aglutinador de la época tardorromana en la zona, que parece ser el lugar donde se situaría la antigua ciudad de Mula que se cita en el Tratado de Teodomiro en el 713 d.C. Éste es un tratado de paz mediante el cual siete ciudades, incluida Mula, se entregan a los invasores musulmanes a cambio de mantener sus bienes, costumbres y religión. El emplazamiento de este asentamiento tardorromano no es otro que el “Cerro de la Almagra”, junto a Los Baños de Mula, que cercado por una gran muralla y con varias necrópolis localizadas en las inmediaciones, espera a que la arqueología pueda descifrarnos la realidad de su historia.
Vigilando el poblado de la Almagra, muy cercano a él, se alza el Castillo de la Puebla de Mula o de Alcalá. Se trata de un fuerte musulmán del que se conserva un lienzo de muralla y restos de una torre bajo la cual una puerta en recodo, propia de este tipo de construcciones árabes, daba acceso al recinto. Dentro hay doce grandes aljibes que estuvieron cubiertos con bóvedas de ladrillo y que abastecerían de agua en caso de largos asedios.
Urbanísticamente, la invasión musulmana supuso el cambio más drástico para la historia de Mula, pues después de este hecho cambiará su ubicación buscando un nuevo emplazamiento en el que la defensa del asentamiento resultase más fácil. El traslado al sitio en el que actualmente la conocemos debe tener lugar entre los siglos IX y X. Será aquí donde en 1244 el Infante Alfonso, futuro Alfonso X, la encontrará y reconquistará para los cristianos, concediéndosele el Fuero de Córdoba por el rey Fernando III. Mediante este privilegio Mula adquiere más autonomía y se irá forjando como una villa de realengo castellano.
En 1430 el Rey Juan II otorga a Alonso Yáñez Fajardo el Señorío de Mula. Este hecho marcará la vida política de la villa durante la Edad Moderna, ya que la nobleza rural que había dominado el concejo hasta ese momento se muestra reticente a someterse al control de los Fajardo.
Será la conquista del Reino de Granada la que libere a Mula de sus murallas y le dé la libertad de ocupar todo el valle del río por la desaparición del peligro fronterizo de estos territorios. Estos hechos otorgan a esta parte del reino todo un siglo, el XVI, de crecimiento y florecimiento en todos los aspectos. Se roturarán nuevas tierras donde se planta la trilogía mediterránea, se multiplicará la población, la ciudad crecerá y se extenderá ladera abajo llegando a configurarse la Plaza del Ayuntamiento.
En contraste con el anterior, el XVII será un siglo económicamente catastrófico y la demografía frenará su crecimiento e incluso la epidemia de peste de 1648 acabará con más de la mitad de la población. Es en este momento de pesimismo, de infortunio y desesperación cuando el cristiano aprecia el consuelo y la esperanza que le otorgan los milagros. Este mismo año tiene lugar la aparición del Niño de Mula al pastor Pedro Botía, hecho que de alguna manera marcará la vida religiosa del municipio.
El siglo siguiente trae una nueva etapa de florecimiento que se traduce en el trazado urbano con un sinfín de nuevas construcciones y calles. El pueblo crece hasta alcanzar el Convento de los Franciscanos y el nuevo camino que conduce de Murcia a Caravaca. Se concluyen iglesias y obras públicas inacabadas, se remodelan otras y se construyen nuevas.
El comienzo del siglo XX se caracteriza por haber dado a Mula toda una serie de mejoras a pesar de los continuos cambios en la política española, de la guerra y de los momentos de recesión económica. En este siglo tiene lugar una oleada industrializadora en la zona, especialmente en el sector conservero pues, como ya comentamos, la materia prima es abundante. También existió una fábrica del sector textil ya desaparecida. Se inaugura el ferrocarril en 1933 que estará funcionando hasta principios de 1971.
La gestión del agua también se abordó durante esta centuria: la construcción del embalse de la Cierva, la canalización del agua del Taibilla y la modernización de los regadíos, que desembocó en un pionero y sofisticado sistema informático que, además de permitir un riego por goteo automatizado, aprovecha al máximo el rendimiento del agua. Por otro lado, la fisonomía urbana permanecerá estable hasta los años del desarrollismo, momento en que el trazado de calles y edificios comenzará una carrera hasta la huerta que, después de más de cuatro décadas, aún continúa.
El municipio de Mula está situado en el centro de la Región de Murcia, limitando al norte con Calasparra, Cieza y Ricote; al este con Ricote, Campos del Río, Albudeite y Murcia; al sur con Librilla, Alhama de Murcia y Totana; al oeste con Bullas, Cehegín y Lorca.
El término municipal posee una superficie de 634,4 km² y cuenta con una población de 17.021 (INE 2020) lo que se traduce en una densidad de población de 26,83 hab/km² siendo una de las menores de la Región de Murcia, y por debajo de la media de España (94 hab/km² en 2020) debido a su amplio término municipal.
La ciudad de Mula está ubicada a 313m. de altitud y a 34 km de Murcia, capital de la Región, y el municipio cuenta con las pedanías de Casas Nuevas, El Niño de Mula, Fuente Librilla, La Puebla de Mula, Los Baños de Mula y Yéchar. Puede encontrar más información sobre estas en: https://mula.es/web/pedanias/
Mula ofrece capitalidad a la comarca que lleva el nombre de uno de los ríos que la atraviesa, el Río Mula, que junto con su afluente, el Río Pliego, han originado fértiles huertas en torno a los cuatro municipios que componen la Comarca (Albudeite, Campos del Río, Mula y Pliego). Rodeada por sierras, pues tiene al sur y sudoeste el Parque Regional de Sierra Espuña y la Sierra del Cambrón; al norte, la Sierra de Ricote y al noroeste queda abierto el paso hacia los municipios de la comarca del Noroeste.
El municipio de Mula disfruta de un clima mediterráneo seco caracterizado por la escasez e irregularidad de precipitaciones con un total pluviométrico anual medio de 340mm que varía notablemente. Su temperatura media anual de 18,2ºC, con inviernos suaves y veranos calurosos llegando a tener más de 300 días de sol al año.
La economía de Mula se sustenta principalmente de explotaciones agrícolas tanto de secano como regadío y dispone de una pionera gestión de los recursos hidráulicos de regadío por parte de la Comunidad de Regantes del pantano De la Cierva, premiada en 1997 con el “Premio Iberdrola a la Innovación Tecnológica en la Gestión y el Uso del Agua”, y es un referente internacional en modernización de regadíos. Además del sector agrícola, se están realizando importantes esfuerzos para el Turismo sea un importante aporte económico a la economía de Mula, y desde 2017 los ciudadanos de Mula han recuperado parte de su Castillo gracias a la movilización ciudadana y a la gestión municipal, siendo propietarios actualmente de un 66,66% del Castillo de Los Vélez o Castillo de Mula.
Mula dispone del Polígono Industrial El Arreaque, muy bien comunicado con entrada directa a la Autovía del Noroeste de Murcia, y en estos momentos se encuentra operativo uno de los mayores parques fotovoltaicos de Europa con una potencia de más de 450 MW que ocupa 1.088 hectáreas entre Mula y la pedanía de Fuente Librilla.